|
Habla sucia en formas y en términos (copros, excremento; lalo, hablar). En educación, sobre todo en educación religiosa, el hablar mal o con términos repugnantes debe ser rechazado más con el cultivo positivo de la delicadeza que con medidas represivas de la expresividad.
Se produce con frecuencia este vicio más ético que lingüístico en personas de baja cultura, de insensibilidad estética y moral, o de complejos de inferioridad que encuentran en las palabras groseras un signo de autofortaleza. También se advierte un cierto incremento social en períodos conflictivos en los que, por imitación, se malhabla tanto entre los adultos como en los ámbitos juveniles.
En lo que tiene de "grosera actitud ante la vida y de falta de respeto a las personas", debe ser rechazado no solo como hecho humano sino como indignidad para el cristiano que se respeta y conoce el deber de respetar a los demás.
|
|
|
|
|