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Comunidad cristiana a la que dirige Pablo dos cartas y otra, al menos, perdida pero citada (1 Cor. 5.9). Se hallaba situada la ciudad en el itsmo de Corinto y en el siglo I era centro o capital de la provincia romana de Acaya, desde que los romanos habían rechazado Atenas y habían preferido este puerto comercial de localización privilegiada y de fácil comunicación con Roma.
Julio César la mandó reconstruir y organizar el año 44 a C. como colonia para sus veteranos. Se edificó sobre las ruinas de la antigua acrópolis destruida por los romanos el 146. Tenía dos puertos, al Este el de Cáncreas y al Oeste el de Lequeo. Su población era numerosa (unos 30.000 habitantes, la mitad esclavos) con varias zonas o barrios.
Como puerto comercial privilegiado y activo, la población era cosmopolita, el vicio abundaba entre los marineros y soldadesca, el dinero fluía con facilidad, los ricos tenían fama de despilfarradores y en el templo de Afrodita se practicaba la prostitución sagrada con profusión (Estrabón habla de mil mujeres dedicadas a ella). El mérito de los adeptos a la nueva fe era grande en este contexto.
Para leer y entender las dos cartas de Pablo dirigidas a los cristianos de Corinto hay que tener en cuenta estas características. Por eso, hablar en aquel contexto de cruz (1 Cor. 1 y 2), de sabiduría (1 Cor 3), de humildad (1 Cor. 5), de castidad (1 Cor. 5 y 6), era una audacia.
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