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Son todas las virtudes, capacidades y características positivas que existen en la persona a todas las edades. El conocer las propias riquezas, sin llegar a la vanidad, hace posible la autoestima, actitud básica sin la cual no es posible el desarrollo equilibrado de la personalidad, sobre todo en los años infantiles y juveniles. Y adaptarse con serena aceptación a esas capacidades, talentos y aptitudes es el punto de partida de una buena educación.
Siempre son más las positivas que las negativas y el educador de cualquier tipo debe saber aprovecharlas, pues son la plataforma de toda actuación educativa. Conocer y estimular las cualidades de una persona es uno de los secretos del catequista, para hacer que el mismo catequizando tome la responsabilidad de su propia formación.
El estudio de las cualidades personales supone adaptación a cada catequizando, tanto en su dimensión psicológica como en las diversas aptitudes espirituales, que nunca son las mismas en todas las personas. (Verr Aptitudes)
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