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Deterioro de cualquier tipo en el que incurren los seres vivos. En el hombre hay tal situación cuando, voluntaria o involuntariamente, físicamente cae en la enfermedad física o psíquica y moralmente se entrega al vicio. En esta segunda dimensión es donde debe y puede actuar el educador.
Las personas degeneradas por el vicio se sienten afectadas en sus capacidades éticas y espirituales. El "degenerado" pierde la facultad reflexiva por lo general, se le disminuye la libertad de opción, la sensibilidad espiritual y la posibilidad de reacción.
El degenerado no debe ser juzgado como delincuente sino como enfermo. Por lo tanto, debe ser regenerado no sólo con buenos consejos y alientos espirituales, sino con técnicas psicológicas, y con frecuente asistencia psiquiátrica, capaz de devolverle la salud mental, la cual se consigue sólo si es buena la física.
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