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En general cualquier alteración de los estados o procesos psicológicos, en referencia a las pautas normales de la conducta. Se manifiestan por alteraciones y desajustes en las relaciones sociales.
Especial repercusión tienen para la personalidad los desequilibrios emotivos o ideológicos, que son frecuentes en la adolescencia y juventud y que pueden convertirse en estímulo para una mejor formación, si se sabe suscitar la reflexión o se promueven esfuerzos para lograr mayor control de la voluntad.
Los desequilibrios afectivos y los mentales pueden resultar peligrosos si se convierten en permanentes y afectan a esferas profundas de la persona.
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