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Es el compromiso matrimonial entre dos personas de distinto sexo. En castellano es sinónimo de matrimonio.
En el Antiguo Testamento, como en los pueblos orientales, los compromisos los formulaban las familias de los que se desposaban, sobre todo de los padres. La mujer contaba con menos posibilidades de opción y era "entregada" al marido mediante una dote o precio que le hacía al varón "poseedor" de la mujer.
Diversidad de pasajes aluden a esos contratos esponsoriales: Gen. 24. 3-8; Gen 36.6; Deut. 22.22. Es difícil clarificar si en alguna región o en el algún tiempo entre el desposorio (contrato) y matrimonio (cohabitación de hecho) había algún tiempo, como se suele explicar el hecho de que "antes de haber estado juntos se halló que estaba embarazada" (Mt. 1.19) en referencia a la concepción de María.
De lo que no queda duda es de que el compromiso matrimonial no se hacia entre partes iguales, sino en claro predominio del varón sobre la esposa. Por lo que es de suponer el carácter desconcertante de las palabras de Jesús cuando reclamaba la práctica igualdad femenina ante sus seguidores. (Mt. 19. 7-10)
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