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Reciben este nombre los sucesores de Alejando Magno como conductores (diadokos) de los asuntos y zonas de su imperio. Al morir Alejandro en Babilonia el 323 a. C. las rivalidades entre ellos produjeron la división del imperio.
Entre los que se sobrepusieron a las intrigas y combates, Seleuco (358-281) fundó en la zona asiática el Reino Seléucida el 312. En Egipto quedó Ptotomeo (364-282) como dueño. Macedonia y Asia Menor quedaron desmembradas en pequeños reinos autónomos.
Durante tres siglos, los Lagidas disputaron la hegemonía a los Seléucidas. Palestina y el pequeño estado teocrático judío estuvieron a merced de esas guerras. Desde el 323 al 200 dependieron de las benevolencia de los Lagidas de Egipto, cuya capital estuvo en Alejandría. Y desde el 200 hasta la conquista por Roma el 63 a. de C., fueron los Seléucidas los dueños de la región con su capital en Antioquía.
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