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Economía (oikos, casa, nomos, normas) significa administración de bienes familiares. Es ciencia que estudia el modo inteligente de administrar los bienes materiales (riquezas) y fiduciales (dinero y créditos). La misión de la economía es hacer los bienes más provechosos y rentables. Exige teorizar primero sobre como conseguirlo en la producción (industria, agricultura, minería, pesca), luego en la distribución (mercado, comercio) y por fin en el modo de consumición y en el uso provechoso (consumo).
En los tres campos, y en general, la economía se enfrenta con problemas de moral y religiosos múltiples. Por eso los sistemas e interpretaciones económicas han sido múltiples y con frecuencia antagónicos. Han saltado del capitalismo salvaje al comunismo totalitario, del liberalismo que prima el derecho individual al socialismo que sobrevalora el derecho colectivo, desde el materialismo que sólo admite bienes sensoriales al espiritualismo que desconfía de todo lo sensible.
Las actitudes ante los bienes se han multiplicado en la Historia y las soluciones a los problemas morales de la economía han sido diversas.
El cristianismo no tiene ningún sistema económico anejo a su mensaje de salvación, pero sostiene unos principios que sirven para resolver en clave evangélica las diversas alternativas. Recuerda que el hombre, como persona, está antes que el hombre como productor de riqueza; que los derechos individuales, como es el de propiedad, no son incompatibles con los derechos sociales, como es el la justa distribución de la riqueza.
En la franja de sistemas económicos, que el educador debe tener siempre en su mente, hay holgura para que los cristianos se muevan con conciencia y con criterios evangélicos sanos. Lo que no será compatible con el Evangelio es la radicalidad de los extremos económicos: la de quien niega la propiedad privada en forma absoluta y la de quien sostiene un liberalismo feroz que deja a la mayor parte de los hombres en la miseria.
Por eso interesa estudiar con profundidad la doctrina social de la Iglesia y presentarla a los educandos a fin de que su conciencia se inspire en el Evangelio.
A su luz hay solución a las cuestiones económicas: salarios y trabajo, propiedad y solidaridad, libertad y reparto justo, explotación de personas y fraternidad, bien común y bien particular, comercio libre y leyes sociales. Todo depende de que los hombres quieran aplicarlas.
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