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Sentimientos intensos y temporalmente rápidos, que implican una transformación fisiológica o psicológica en el individuo. Producen respuestas inmediatas, breves y estimulantes de conductas reactivas. Pueden ser positivas y agradables (sorpresas, gozos, júbilo) o negativas (sustos, penas, rabias, angustias, sobresaltos, disgustos, vergüenza).
Puede haber también emociones religiosas, o de contenido religioso (compasión ante una muerte, impresión ante un gesto heroico, sobresalto ante un pecado, llanto ante un peligro moral).
La emoción supone un proceso: captación del objeto, reacción fisiológica y psíquica, control o incontrol de la respuesta, almacenamiento subconsciente.
Las personas bien formadas son capaces de controlar las propias emociones positivas o negativas, mientras que los niños y personas inmaduras o frágiles se sienten débiles ante ellas y obran bajo sus efectos.
Conviene enseñar a reflexionar sobre las propias emociones y exigir, a medida que la madurez avanza, a ser dueño de las emociones o, al menos, a no dejarse dominar por ellas. Precisamente la ascética es la moral en cuanto hace a la inteligencia iluminadora y a la voluntad dominadora de las emociones.
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