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Pérdida de la salud corporal o mental. En la naturaleza se presenta como hecho corriente, ordinario, periódicamente inevitable. En la Escritura se presenta como un castigo divino por algún pecado o infidelidad, según la interpretación fatalista de la cultura hebrea. (Job 2.7; Ex. 11.4; 1 Sam. 16.14; Lev. 26.16)
Jesús se encargará de poner las cosas en su sitio cuando los discípulos pregunten ante un ciego de nacimiento: "¿Quién peco, él o sus padres?" Y Jesús respondió: "Ni él ni sus padres. Su mal sirve sólo para que se manifieste la gloria de Dios." (Jn. 9. 1-4)
Jesús, aunque no consta explícitamente cómo ni cuándo, estableció un signo sensible para dar la gracia a los que se sienten gravemente enfermos y se acercan a la terminación de la vida, lo cual significa el sacramento de los enfermos, tal como lo ha visto la Iglesia desde el principio. (Sant. 5.14) (Ver "Unción de Enfermos" 7.3)
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