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Tendencia a buscar el placer. También es un sistema o tendencia a valorar como prioritario el placer. En el vocabulario popular, el concepto se halla vinculado a los placeres sensoriales (de la alimentación o de la reproducción): Pero el concepto etimológico es preciso extenderlo a todo tipo de agrados o satisfacciones: espirituales, estéticos, sociales, convivenciales y morales.
El erotismo se ha asociado a cierta actitud de desajuste ético, como si el placer, incluido el sexual, fuera de por sí malo o al menos poco noble, de modo que debiera siempre ser ocultado. Se tolera el de la bebida y el de la comida, pero no el placer sexual, que reclama siempre disfrute secreto por parecer de naturaleza vergonzosa. Esta actitud procedente del maniqueísmo, no responde a las coordenadas naturales (creación) y sobrenaturales (revelación) en que se debe situar el mensaje cristiano. Es cierto que se debe cultivar el pudor, la sobriedad, la intimidad. Pero no es sano exagerar la reserva hasta incurrir en un puritanismo ético que distorsione el sentido instrumental del placer legítimo
El educador debe dejar claro que el placer es necesario y naturalmente bueno. El placer de la comida asegura el mantenimiento de la vida y de la salud. Basta pensar lo que acontece cuando desaparece. Y el placer de la acción reproductora asegura o estimula la reproducción de la especie, de modo que, si no existiera, la extinción humana sería, o hubiera sido ya, irreversible.
A partir de la bondad natural, será fácil entender que el placer debe ser controlado por la inteligencia y la voluntad, dentro de un proyecto de libertad y de jerarquía de objetivos. Vivir para comer es una aberración. No tener en la vida otro objeto que el placer sexual es otra aberración. Aberración significa desajuste.
Ordenar el placer a sus finalidades naturales es lo que de alguna forma hace al hombre inteligente entender que es un don natural. Incluso cristianamente es querido por Dios y debe ser procurado para sí mismo y para los demás que tienen derecho a él.
Erotismo entendido en este segundo sentido no es un desorden, sino una bendición. Entendido como aberración o búsqueda salvaje e irracional sí debe ser rechazado. (Ver Sexualidad 2.3 y 4.1)
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