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Se suele llamar así a la tendencia a evadirse mentalmente por la imaginación o corporalmente mediante la huida de una situación, relación, compromiso o lugar que provoca rechazo.
El escapismo imaginativo se suele denominar evasión y el corporal absentismo. Ambos se usan como mecanismos de defensa ante situaciones adversas o desagradables para el individuo.
En los aspectos religiosos se dan también cuando se eluden las obligaciones eclesiales (cumplimiento de normas, cultos o exigencias de la justicia) o cuando se debe asumir respuesta de conciencia ante responsabilidades eclesiales (dar buen ejemplo, ayudar al prójimo, aceptar un servicio)
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