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Necesidad de actuar con cualidades y rasgos muy específicos y con una preparación cualificada, sobre todo ante el incremento de exigencias técnicas y profesionales de la vida moderna. También los educadores de la fe precisan hoy cierta especialización que es reclamada en los demás sectores de la vida moderna: en educación, en sociología, en lenguajes, en Psicología.
No quiere ello decir que la especialización deba suplantar la buena voluntad y las generosas disposiciones de los agentes de pastoral, sobre todo si no hay quien cubra con sus mejores disposiciones determinados campos, personas o actividades que reclaman atención. Pero sí es preciso extender en los educadores la conciencia de que la buena tarea formativa y pedagógica reclama preparación específica y reflexión continua y sincera.
Determinados terrenos, como es la educación de deficientes o el trato de problemas morales graves exige experiencia, tacto y en ocasiones técnicas adecuadas. Es bueno que en todo grupo de catequistas o de educadores haya quien se especializa en alguna labor.
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