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Corriente de pensamiento nacido en Grecia y que, de una u otra forma, se prolongó como estilo de vida en el mundo romano y posteriormente en el cristiano. Fue fundada por Zenón de Cittium, ciudad de Chipre, hacia mediados del siglo IV antes de Cristo. Trasladado a Atenas este pensador, vivó en la pobreza y en la austeridad, al haber quedado empobrecido en un naufragio. Siguió al filósofo cínico Crates y luego se introdujo en las escuelas megárica y platónica.
Adoptó su postura estoica como sistema propio de Filosofía y acogió discípulos y seguidores, que se reunían en uno de los pórticos de Atenas, denominado Stoa. Por eso se llamaron estoicos.
Defensor del suicido, él mismo puso fin a su vida cuando la enfermedad le visitó. Sus seguidores siguieron proclamando en Atenas las ideas del maestro: austeridad, sobriedad, renuncia a los bienes, fortaleza ante las desgracias, solidaridad. Sus discípulos Cleantes y Crisipo desarrollaron sus doctrinas y las extendieron en los medios helenísticos.
En el siglo I el estoicismo brilló en Roma con figuras excelentes como Séneca y Epicteo. En el siglo II el mismo Emperador Marco Aurelio fue su defensor.
La escuela estoica cuidó mucho los conocimientos naturales: la física y la metafísica, la cosmología, la teodicea y la dialéctica. También fue respetuosa con la religión y sobre todo las doctrinas morales, sobre todo aplicadas a una vida política honesta y una valoración de las virtudes prácticas: trabajo, comercio justo, convivencia honesta.
Es normal que estás ideas prendieran en el mundo cristiano, en cuanto se identificaban con las actitudes éticas del mensaje evangélico. Por eso muchos de los escritores primitivos del cristianismo fueron simpatizantes de esas idea de lucha, de vencimiento, de renuncia a los bienes terreno y de cordialidad en las relaciones sociales.
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