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Es el prestigio, notoriedad, reputación, buen concepto y aprecio que los demás tienen de cada uno de nosotros. Ella produce honor, renombre, crédito en la sociedad a la que se pertenece.
La naturaleza social del hombre le lleva, en la medida que es normal, a buscar que los demás tengan buen concepto o idea de él. Por eso se considera un bien digno de ser respetado.
Si a uno se le "destruye" ese bien, se comete una injusticia y una falta de respeto que obliga al "ladrón" a restituir lo que se ha quitado o destruido inmotivadamente.
Por eso el respeto a la fama ajena y a la buena reputación que el prójimo tiene en su contexto social debe ser respetado y protegido. Entra dentro del amplio campo que la Ley divina y de la ética natural e implica compromisos cuando se prohíbe mentir o perjudicar al prójimo. El destruir la fama ajena es la difamación. El destruirla con mentira es la calumnia. El destruirla con ofensa es la contumelia. Quien ha perjudicado al prójimo en su fama queda obligado a devolver lo destruido y a reparar el mal causado.
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