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Actitud mental que implica cierta cerrazón en ideas fijas, en sentimientos estables, en actitudes firmes, mantenidas y defendidas de una manera cerrada y con fuerte dificultad para la rectificación o cambio.
Jaime Balmes en "El Cristianismo comparado con el protestantismo", la define como "una viva exaltación del ánimo fuertemente señoreado por alguna opinión o falsa o exagerada" (L. I. c. 8). El fanatismo en lo religioso y en lo moral se denomina integrismo. Se acerca al fatalismo y a la obsesión. Es una verdadera enfermedad que con frecuencia ha sacudido y descarriado a mentes brillantes convertidas en rebeldes, herejes y hasta crueles.
Es una postura que dificulta enormemente la educación, pues es origina posturas totalmente contrarias a la flexibilidad, a la reflexión, a la aceptación de cualquier verdad que no sea la propia, a la acogida de nuevas ideas o sentimientos que desentonen.
Los fanáticos son los catequizandos más difíciles con los que se puede encontrar el catequista. Con ellos no hay normas ni criterios pedagógicos uniformes, dado su bloqueo mental.
Hay que estudiar cada persona y cada situación y con frecuencia resignarse a que sea el tiempo el que les desengañe de sus obsesiones y errores.Con todo hay que hacer lo posible por proteger a otros de sus trastornos afectivos, pues por lo general se convierten en iluminados, en proselitistas ardientes y en agresivos agentes que deslumbran a los más débles
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