Feto
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Organismo vivo que se gesta en el útero materno y que llega a ser individuo de una especie cuando es dado a luz. En cuanto organismo vivo atraviesa diversas etapas, desde que deja de ser mero embrión (germen) hasta que se convierte en recién nacido.
El feto participa de la misma naturaleza del ser que lo genera, aunque sea incompleto e inviable fuera de las condiciones que la naturaleza de protección y promoción crea en el seno materno para que el nuevo ser se forme.
Eso mismo se puede afirmar del feto humano, que las corrientes materialistas tienden a reducir a un organismo prehumano que se puede eliminar sin más antes de que llegue a ser viable.
La ética cristiana le considera como un ser vivo con derechos, aunque no los tenga reconocidos por algunas legislaciones que autorizan o promueven el aborto. No se le considera jurídicamente como persona, pero sí lo es antropológicamente. De ahí el error de los que afirman que la madre tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que desee, ignorando que también el nuevo ser que se gesta debe ser respetado y protegido sea cual sea el modo como haya sido concebido: voluntaria o involuntariamente, oportuna o inoportunamente.
La ética cristiana es muy clara al respecto, al inspirarse en la realidad creacional de un Ser Supremo providente y autor de toda vida. Ni aun cuando sea fruto de una violación o se prevea que arrastra alguna deformidad o riesgo se acepta la muerte directamente del no nacido, por ser humano y además indefenso. Si en las violaciones es bueno y obligado defenderse del "injusto agresor" (el espermatozoide fecundante) y es moral eliminarlo a tiempo, realizada la fecundación, el nuevo ser debe ser respetado.
Enseñar y promover entre los jóvenes estos criterios éticos es obligado en el educador de la fe. Tolerar el aborto, incluido el llamado terapéutico, no es conforme con el mensaje cristiano, aunque se requiera especial tacto pastoral con quien lo practica ahogado por las circunstancias o las coacciones.