Flagelación
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   Pena de azotes que se practicó como castigo físico y escarmiento cruento en múltiples pueblos de Oriente. Los romanos la empleaban, sin otro límite de golpes que la voluntad del verdugo, con los esclavos rebeldes, con soldados incumplidores de sus deberes y con condenados a muerte como sufrimiento comple­mentario. También los judíos la usa­ron con el tope de 40 latigazos. El instru­mento era el flagelo o látigo de varias correas, que con frecuencia iba reforzado con huesos, nudos o bolas metálicas ensartadas para que resultara más dolorosa. En la Biblia se habla de flagelación con varas. (Deut. 25. 2; Prov. 10.13).
    Los efectos de la flagelación eran muy lesivos para el condenado y con frecuen­cia resultaban mortales, si se usaba con excesiva violencia, por las heridas interiores que originaba en órganos vitales.
    En el Nuevo Testamento, se habla sobre todo de la flagelación al estilo romano: la de Jesús (Mt. 27.26) y la de Pablo (2 Cor. 11.25. Hech. 16.22; Hech. 22.24). Era especialmente cruel y dejaba al reo a las puertas de la muerte.
    En la piedad cristiana estuvo considerado con el máximo respecto por haber sido Cristo sometido a ésta tormento antes de ser crucificado, hecho con el que intentó Pilato el no llegar a la crucifixión como le pedían los judíos.