Forma
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     En filosofía se entiende por forma lo que hace a algo ser lo que es. Es lo que aparece en la mente y late debajo de la "sub-stancia". En el lenguaje usual, es la manifestación de los seres, y también de los hombres, ante el exterior, ante los demás seres capaces de cono­cer.
   Las formas son los lenguajes que los demás reciben y asumen o no asumen. Tienen importancia y deben ser respetadas por los que saben llevar una convivencia natural.
   En determi­nados movimientos modernos de pensamiento y de comportamiento, las formas se rechazan como un mero ropaje artificial. Esa postura perturba con frecuencia la convivencia en los ambientes juveniles. Las menosprecian con el pretexto de superar las apariencia, de combatir el formalismo o rechazar la exageración a fin de mostrarse con más autenticidad, pero olvidando el respeto.
   El educador de la fe se encuentra con frecuencia con esas tensiones y rupturas formales (en lenguajes, en cumplimientos religiosos, en relaciones sociales) y debe reconocer lo que hay de verdad (las formas no lo son todo y son ficciones si no hay fondo) y lo que hay de protesta y recurso (romper las formas establecidas es una manera pobre de afianzarse ante sí las personalidades débiles).
   Pero también debe ayudar a sus educandos a entender que las formas, también las religiosas, son lenguajes; y sin lenguajes no hay comunicación sana.