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Imposibilidad de cumplimiento de los objetivos pretendidos en cualquier actividad propuesta en la vida tanto personal como colectiva.
En el terreno pedagógico hay fracaso cuando no se consigue la instrucción, formación o educación a que se puede esperar según los medios propuestos. Y en el aspecto catequístico hay fracaso cuando no se obtienen los resultados que ordinariamente se pueden o se deben esperar. En los terrenos humanos se pueden valorar con datos. En los aspectos religiosos no es posible siempre.
Con todo el catequista y el educador de la fe deben ser muy prudentes y moderados al considerar como fracasos.
El no conseguir los objetivos propuesto en el orden intelectual de los conocimientos o en el moral de las actitudes y de los comportamientos, no siempre indica que la tarea educadora sea un fracaso. Determinadas actitudes o sentimientos sembrados quedan en los sujetos cuando se ha hecho lo posible por educar las conciencias y a la larga producen resultados con los que no se había contado.
Por eso, si en el terreno académico se puede valorar como fracaso una insuficiencia de conocimientos, no es lícito aplicar los mismos criterios al terreno de la formación de la conciencia o a la educación de la fe. En estos ámbitos hay que contar con el misterio de la libertad humana y con la reviviscencia posterior y misterioso de los gérmenes positivos sembrados en los educandos.
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