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Capacidad natural o sobrenatural para hablar diversas lenguas o idiomas. Glosolalia natural no existe, si previamente no hay aprendizaje, pues el lenguaje procede de la mente y la mente emite sólo lo que en ella haya entrado. Sí existe mayor o menos facilidad para la adquisición de idiomas; y, en ese sentido, se alude a veces a glosalalia como a la facilidad para hablar idiomas, lo cual es simplemente un rasgo humano de memoria o de excelente lógica.
En teología se habla del don del Espíritu Santo, que puede otorgar a los fieles el hablar y entender en otros idiomas, como aconteció con su venida de Pentecostés (Hech. 2. 8-12).
En la Escritura del Nuevo Testamento se habla con naturalidad de este don, milagro o posibilidad: Mc. 16.17; 1 Cor. 12.10 y 4. 2-9; Hech. 10.46 y 19.6; 1 Cor. 14. 10; textos todos ellos de difícil exégesis.
No cabe duda de que, en cuanto don divino, es posible, porque Dios puede actuar por vía extraordinaria en las almas a lo largo de la Historia. Pero, como todos los milagros, debe someterse al examen más sereno del sentido común y del Magisterio eclesial y no considerar don del Espíritu cualquier manifestación preternatural o incluso simplemente supersticiosa, como son palabras inconexas pronunciadas bajo estados hipnóticos o paranormales.
En los grupos pentecostalistas se multiplican en ocasiones los signos que pretenden ser "glosalalia carismática" y no son más que efectos sonoros de estados o situaciones afectivas y fantasiosas muy alejadas el misterio sobrenatural. Pero acontece lo mismo con otros dones como el de la sanación, el de la adivinación o el de la fortaleza aparentemente cristiana.
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