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Textos escritos en forma de versos o coplas para festejar y alabar las grandezas de la Virgen María, de Cristo o de los santos. Se suele añadir de quién son las alabanzas. En las hojas que desde el siglo XIII se conocen con este nombre, manuscritas primero y luego impresas y distribuidas en ermitas, santuarios, monasterios o iglesias, se fomentaba la piedad y se animaba a la entrega de limosnas y aportaciones para el clero y el culto.
Suelen ir acompañadas estas coplas y plegarias con el nombre de la figura religiosa a la que se ensalza. Las más frecuentes, las de Ntra. Señora, no carecían de cierta riqueza literaria.
Fue una devoción popular que apareció, ya en la Edad Media y predominó en Valencia, Cataluña, Baleares, Navarra y en la Provenza francesa.
Tiende a dirigir y mantener en el recuerdo la devoción y "el gozo" de quien se cantan las alabanzas. Y es interesante esta literatura religiosa popular, pues gracias a ella se conocen muchos lugares, advocaciones o fiestas hoy perdidas, pero que quedan reseñadas en las plegarias y alabanzas recogidas en estos impresos volantes. Muchos de estos "gozos" llevan la plegaria de la misa o la música estrófica que debe ser entonada por los peregrinos o los devotos.
La mayor parte de los “gozos” están dirigidos a la Virgen María y a sus diversas advocaciones, al igual que Ntro. Señor en las variadas fiestas en que se celebran sus hechos evangélicos. Pero ya en el siglo XIV algunos gremios imprimían y divulgaban gozos a sus patronos: los joyeros a San Eloy, los agricultores a San Isidro, los médicos a San Cosme, los carpinteros a San José.
En el siglo XVI y XVII, con los avances de la imprenta, se hacían más frecuentes y variadas las formas de presentar los "gozos". Y resulta hoy difícil diferenciarlos de otros tipos de coplas religiosas que en forma de canciones se popularizaban: coplas de San Antonio, hazañas de San Jaime, loores de la Virgen.
El genero de los "gozos, que en catalán se denominan también "goigs", "lays", "llaics", "cobles" y en castellano se hacen similares a los "loores", "coplas", "tonadas", "canciones", son reflejos de una piedad popular suave, festiva, cercana. más dada a las romerías o a las creencias ingenuas que a las exigencias teológicas de los eruditos. De ahí viene su importancia catequística, pues dejaban en el recuerdo de quienes los recitaban, sobre todo en las edades infantiles, recuerdos imborrables y sentimientos permanentes para toda la vida.
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La redacción en las estrofas fáciles, de vocabulario aliviado y por regla general rimadas en asonante en cuartetos o quintetos cómodos y memorizables, constituía un estímulo para los juglares que las transportaban de un lugar a otro.
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