Hábitos
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    Costumbres o acciones arraigadas en función de la tendencia adquirida por la repetición de actos que los engendran. Si el acto es bueno, el hábito se denomina virtud, como es la amabilidad en las respuestas o la limosna penitencial. Si el acto es malo se convierte en vicio, como es la mentira o el robo.
    Los hábitos hacen los actos de que son objeto menos libres y más voluntarios. Sus­citan problemas con respecto a la responsabilidad de las acciones realizadas bajo su influencia. Si el hábito es consentido y de­seado la virtud es más meritoria, aunque cueste poco, y el vicio más culpable, aunque se haga sin querer. Si el hábito es rechazado, la acción buena pierde el mérito, al hacerla sin voluntad estable, y la acción mala disminuye o anula la culpa, al hacerla sin casi quererla. En todo caso es difícil que un hábito cobre tanta fuerza que anule totalmente la responsabilidad cuando se actúa bajo su influencia.
   Y como su efecto es tan condicionante del comportamiento, la educación excelente es la que se apoya en buenos hábitos, es decir en virtudes, que hacen al hombre más digno y más feliz en sus comportamientos, por costosos que sean.
   De manera particular es la infancia la etapa en que más fácilmente se adquieren los hábitos correctos, como es ella la que puede peligrosamente generar hábitos inconvenientes.