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Acción y efecto de alabar con exageración, o acaso falsía, las cualidades de una persona, lugar, acción, organismo o proyecto. El halago es alabanza oportunamente agradable, que influye consciente o inconsciente en el receptor y resulta de discutible veracidad.
Por eso se mueve en la frontera de la verdad y, por lo tanto, de la licitud ética. Pero en la parte que tiene de alabanza, puede y debe ser practicada como apoyo a determinados sentimientos que mueven al bien en las personas sencillas o moralmente débiles.
En el caso de los niños y jóvenes, el halago discreto y regulado puede ayudar a la voluntad al bien, al incrementar la autoestima, al asegurar la aceptación ajena, al descubrir recursos que los espíritus pesimistas tienden a infravalorar.
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