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Metodología y actitud de búsqueda e investigación constante (eurisko, en griego buscar, hallar, investigar) de la verdad y de la ciencia. Es la actitud del sabio que, por encima de todo, duda, busca, explora, investiga, sin llegar al escepticismo, pero huyendo del dogmatismo y tratando de confirmar con pruebas sus hipótesis para poderlas convertir en tesis.
En Teología el método heurístico se presta a difícil aplicación, por tratarse de un estudio de los misterios revelados y estar ellos por encima de todo método.
En Pedagogía se habló siempre del método didáctico y del método heurístico. El didáctico transmite y presupone que el docente posee la ciencia y la verdad para poder ser comunicada al discente que, por definición, es ignorante y está para aprender lo que se le enseña.
El método heurístico investiga y presupone que el discente es el que debe actuar, explorar, buscar. Era el método socrático. Sócrates preguntaba para que todo saliera de dentro del alumno. Su labor suponía dos pasos: el catártico o purificatorio. Destruía errores (momento irónico, preguntas para limpiar la mente; luego el momento mayéutico (mayeuo, parir, dar a luz) que suponía alumbrar.
El método didáctico era más aristotélico. Aristóteles hablaba con autoridad paseando (peripateo, pasear alrededor) y era peripatético. Los discípulos decían "Magister dixit", el maestro lo ha dicho. Sócrates preguntaba y reconocía: "sólo sé que no sé nada". Sus oyentes buscaban por sí mismos la verdad.
La tarea catequística ha estado preferentemente vinculada con el método heurístico, preguntas y respuestas, en cuanto mira al catequizando que tiene que buscar, asumir, responsabilizarse de su propia fe. Pero se debe tener cierta dimensión dogmática, pues la verdad religiosa no es subjetiva, no sale del interior, sino que viene dada desde fuera. Viene de Dios y presupone la revelación.
La inteligente armonía entre lo heurístico y lo didáctico, según sujeto, según doctrina, según circunstancias, es el alma de una buena catequesis.
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