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Estado afectivo y fantasioso de fuerte depresión o propensión a ella, acompañada de una obsesión desequilibrante por la propia salud. El sujeto hipocondríaco vive en tristeza permanente. Siente su comportamiento alterado por frecuentes e intensos temores ante la posible enfermedad. Actúa inhibido y restringido en sus relaciones, por lo que se vuelve huraño y agresivo.
En lo que tiene de trastorno fisiológico (carencia de litio, sodio, otros oligoelementos) y en lo que tiene de alteración o debilidad nerviosa, sólo desde la acción clínica puede ser tratado. En lo que tiene de moral y de psicológico se reclaman altas dosis de paciencia, alientos y respeto a una situación de la que no se suele ser responsable.
No es bueno con todo empujar a estos individuos enfermizos a niveles falsos de resignación religiosa y de mística de repliegue. Si alguna solución se les puede ofrecer es la apertura a la acción abnegada y generosa para con los demás y la aceptación de compromisos que les hagan salir de sí mismos para abrirse a la ayuda desinteresada a los demás.
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