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Fue un movimiento que se dio en algunas regiones europeas en torno al siglo XVI. En España, en donde se prefirió el nombre de "alumbrados", hubo diversos grupos pseudomísticos y algunos casos de iluminismo (probablemente más patológico que religioso), por lo que algunos religiosos sufrieron proceso por parte de la Inquisición: por ejemplo la franciscana de Córdoba, Magdalena de la Cruz, encarcelada en 1544.
Los casos y grupos se repitieron hasta el siglo XVIII y tuvieron suficiente difusión geográfica para inquietar a las autoridades religiosas y provocar frecuentes reacciones contra ellos.
Miguel Molinos (1628-1696), Doctor en Teología y autor de una “Guía espiritual”, asoció el quietismo al iluminismo, y murió encarcelado después de la condena de Inocencio XI en 1687.
Especialmente negativa fue la secta herética fundada en 1776, en Ingolstadt, por Adam Weishaupt para superar la fe católica con una explicación racionalista de la vida. Fue prohibida en 1785 en Baviera por el Príncipe reinante. Pío VI la condenó en 1794. (Denz. 1521)
Los movimientos iluministas se prolongaron incluso hasta el siglo XX, no sólo en ámbitos católicos sino también entre los luteranos y anglicanos.
No son ajenos a cierto neoiluminismo algunos grupos recientes de pentecostalistas propensos a evitar las intermediaciones eclesiales en sus pretendidas iluminaciones divinas directas. En estos ambientes es conveniente una adecuada formación teológica y un redescubrimiento objetivo de los textos bíblicos para no confundir gracias de renovación divina con expansiones afectivas de signo religioso, que no otra cosa son muchos de sus movimientos o evasiones.
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