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Autonomía en las decisiones y soberanía en la organización de la vida. A nivel de grupos humanos supone la posibilidad de contar con plena capacidad de darse normas, nombrarse autoridades, elegir forma de vida y tener propios poderes judiciales.
A nivel de personas, equivale a no depender de decisiones ajenas y ser libre de forma suficiente en las que se adoptan ante sí y ante los demás.
La independencia total de un pueblo o de una persona no deja de ser una utopía, pues las interpelaciones personales y sociales son de tal naturaleza y, en los tiempos actuales, de tal influencia que ni las naciones ni las personas son plenamente independientes.
Es conveniente resaltar ante los educandos, sobre todo en determinadas edades, como es la adolescencia, que la independencia no es posible del todo, ni muchas veces es moral, ya que los deberes éticos, sociales y legales son tantos que siempre hay que estar dispuestos a hacer compatible la libertad con el deber, con la gratitud, con la solidaridad y con frecuencia con la justicia.
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