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Actitud de desinterés y despreocupación por lo que se refiere a un asunto. La indiferencia religiosa es uno de los rasgos de la cultura actual en los países occidentales (laicismo, secularismo, marginación y atonía espiritual), sobre todo en las generaciones jóvenes, más influenciadas por los medios modernos de comunicación, superficiales, inmediatos, amortiguadores de reacciones críticas y de juicios de valor
La catequesis y la formación de la fe deben enfrentarse con frecuencia con ambientes neutros y átonos en lo espiritual. Es fenómeno que va acompañado de un vacío ético grande, de enorme desinterés por los compromisos estables y por su cumplimiento y de tremendo desconcierto en lo que a principios y criterios dogmáticos se refiere.
Con todo, el catequista y el educador no deben olvidar que el comienzo del siglo XXI es uno los tiempos más desafiantes que se pueden presentar. Es preciso aportar soluciones, y no lamentos, ante los problemas que se presentan. Y se debe conseguir luz, mediante cierta confianza realista en el provenir, por medio del cultivo de minorías selectas capaces de liderar a las masas y con adaptación inteligente a los valores enormes que hay en la vida moderna.
Algunos valores sociales, como el incremento de la solidaridad, el crecimiento de la cultura popular, el deseo frecuente en los ámbitos juveniles de realizar servicios sociales voluntarios (incremento de ONGs y organismos, grupos o movimientos informales) son hechos y rasgos que deben despertar la confianza en el porvenir y la certeza de que la comunidad cristiana, que nunca puede ser indiferente, cuenta con vigor para dar respuesta eficaz a los interrogantes del futuro inmediato.
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