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Cualidad de manifestarse o parmanecer en plenitud, es decir en la totalidad de la propia naturaleza. Es concepto sinónimo a entereza, plenitud, totalidad. Y es contrario a fragmentación, parcialidad, fraccionamiento, particularidad.
Una de las propiedades de tarea educadora y en particular de la educación de la fe es que hay que presentar el mensaje cristiano en su totalidad y no fragmentado. Sea en niveles primarios como en lo de especialización propios de los superiores, el criterio de la indivisibilidad doctrinal es básico, aunque metodológicamente se puedan o deban hacer programaciones de aspectos parciales. Pero el catecismo más elemental debe hacer referencia a "todo" el mensaje cristiano, al igual que cualquier texto destinado para adultos.
Si existiera algún genero de mutilación, intencional o inadvertida, de misterios morales, cultuales o doctrinales, la educación de la fe se resentiría de parcialidad. Pero es evidente que no se trata de presentar toda la doctrina de manera explícita, pues resultaría inviable. Lo que se trata es que la integridad sea total y global, implícita y asumida, de modo que en cada presentación haya alusión al mensaje pleno. La forma de hacer esa labor, con actitudes más o menos globalizadoras y unificadoras, es lo que garantiza la ortodoxia cristiana. Es lo que diferencia la catequesis de una simple instrucción religiosa parcial y ocasional.
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