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Tema, tesis o teoría que se presta a diversas interpretaciones y constituye una cuestión que reclama aclaración tanto más urgente y clara cuanto mayor es la importancia de la materia.
La interrogación o desafío a la mente para que clarifique situaciones o alternativas es metodología usual y conveniente en educación y en las ciencias humanas. En la tarea catequística tiene sus límites, desde el momento en que los contenidos doctrinales o morales no son subjetivos ni susceptibles de opiniones particulares, como acontece en las demás materias.
El educador de la fe transmite, no crea ni interpreta a su manera, un mensaje religioso, que no es suyo ni cambiante.
Por eso se debe limitar con sencillez a comunicarlo, dejando bien claro su origen: viene de Dios, ha sido confiado a la Iglesia y se transmite en nombre de Dios y de la Iglesia, cuyo Magisterio tiene la misión de conservarlo con integridad y transmitirlo con claridad.
Con todo, desde la perspectiva del lenguaje, más que del mensaje, hay muchos aspectos que son dignos de comentarios y de diversas formas de comunicación. Con educandos mayores y creyentes adultos, se pueden plantear metodológicamente muchos interrogantes que estimulan el interés y la reflexión personal, pero no como quien hace tarea de filósofo (crítico, hermeneuta, sociólogo) de la religión, sino de pedagogo de la fe, que anima a la adhesión al mensaje recibido y transmitido.
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