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Objetos de valor material (como el oro), intelectual y social (piezas artísticas o arqueológicas) o afectivo y moral (recuerdos, símbolos, emblemas). Las joyas son una riqueza significativa que hay que saber apreciar, guardar y situar en su contexto.
Una de las acusaciones frecuentes en los ambientes juveniles es que la Iglesia posee multitud de joyas riquísimas al mismo tiempo que habla de pobreza o de solidaridad. El educador debe estar preparado para dar respuesta adecuada a estos sofismas, hábilmente explotados por los adversarios religiosos.
Cualquier cuadro pictórico o relicario heredado de la historia puede tener un valor crematístico incalculable en una subasta. Sin embargo la Iglesia lo mira como enlace con la tradición y no como objeto de rentabilidad inmediata. En esta clave hay que enseñar a valorar las realidades materiales, aunque resulte difícil en la sociedad especulativa del presente.
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