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Suelen denominarse así a los cantos funerarios o elegías que aparecen en diversas literaturas y especialmente en el texto bíblico. Suelen comenzar estos cánticos fúnebres por las expresión "Eka! (Ay... Cómo es posible...) en forma de lamento desgarrado.
Entre las más significativas cabe recordar la de David a la muerte de Saúl y Jonatán (2 Sam 1. 19-27) y por Abner (2 Sam. 3. 33). Los profetas son dados a este género, convertido en poemas especiales (quinas), que repiten con frecuencia: Am. 5.2; Is. 14. 4-21; Jer. 9. 16-21; Ez. 19. 1-14 y 32. 19-32
Aunque no sea de Jeremías, se le atribuye el Libro de las Lamentaciones, que recoge, con el sentido doliente de este Profeta, cinco poemas que usa la Iglesia desde antiguo en la Liturgia del Viernes Santo.
En el Nuevo Testamento aparecen "Lamentaciones" en los evangelistas como la de Jesús sobre Jerusalén (Mt. 23. 37-39) o las que se consignan en el Apocalipsis: 18.11; 18.16 y 18. 19 -20.
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