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Literalmente "los que han caído" (lapsus o lapsi en plural). En los escritos de los primeros Padres de la Iglesia se aludía con el término a los que habían caído en idolatría por miedo y debilidad ante las persecuciones.
Entre los lapsos los había de diverso tipo: los que sacrificaban, los que simulaban, los que compraban libelos o documentos para parecer que había sacrificada, los traidores que entregan los libros santos a los gentiles y los blasfemos que insultaban a Cristo para evitar la muerte.
Se planteaba el problema de la penitencia que se debía imponer a estos cristianos frágiles. En general se les admitía de nuevo después del arrepentimiento y de la penitencia cumplida.
Los más Padres o los Obispos más rigoristas no admitían ya una segunda apostasía (relapsi).
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