|
Extensión amplia de terreno, preferentemente de explotación agrícola o ganadera, que es propiedad de un sólo propietario y de muy pocos.
El latifundio plantea delicados problemas morales, relacionados con la justicia social. Si en tiempos pasados, cuando la población era menor que en los tiempos posteriores a la "explosión demográfica", se veía como normal la libre disposición de terrenos adquiridos legalmente (compra, herencia, aposentamiento justo, etc.), en lo tiempos actuales los juicios morales sobre la tierra se hallan en revisión.
Al igual que el aire, la luz, el agua, la tierra no puede ser acaparada por unos pocos en perjuicio de muchos. Los latifundios que se organizaran en beneficio social pudieran ser tolerados, o incluso declarados justos y morales. Los que perjudican la adquisición tierras a terceros, y por lo tanto de medios de vida digna, no puede ampararse en el derecho de propiedad, por encima del cual debe situarse el derecho de vida ajeno.
Por eso la justicia social, al margen de los que autoricen las leyes positivas de una sociedad o país, reclama el no acaparar tierras y la obligada solidaridad con los que, con ellas, podrían sobrevivir o vivir más dignamente.
Entre un principio marxista de que "la tierra es de quien la trabaja" y una postura liberal de que "la tierra es de quien la conquista" [por las armas o por la inteligencia], debe desarrollarse una conveniente ética cristiana y natural con el criterio de que la "la tierra es un bien social y pertenece a la comunidad que la habita".
Educar en la justicia social reclama criterios correctos y adecuados a las exigencias naturales. Los latifundios, en cuanto supongan acumulación abusiva de terrenos con perjuicios de otros, que también tienen sus derechos sobre las tierras que habitan, no pueden admitirse por el sólo hecho de herencia, conquista o habilidad comercial. El que las leyes los autoricen los convierten en legales, pero no en morales.
|
|
|
|
|