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Rito de la misa, al terminar el ofertorio, en el que el sacerdote se lava las manos como gesto de purificación antes de proceder a la anamnesis y a la perícopa de la consagración. El nombre le viene de la primera palabra del texto que se recita y que está tomado de los Salmos (Salmo 25. 6-12). Indica purificación: "Lavaré... (lavabo, en latín) mis manos".
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