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Instrumento que sirve para abrir o cerrar una cerradora. Desde tiempos muy antiguos los hombres han buscado e ideados diversos sistemas y artilugios para defender sus propiedades e impedir el acceso a ellas de extraños. La llave se convierte así en un signo de intimidad, de propiedad y de dominio en la propia realidad.
Cuando Jesús promete a Pedro darle "las llaves (keio) de los cielos, para abrir y cerrar" (Mt, 16.19) está aludiendo al poder y al servicio de proteger y dirigir.
Cuando echa en cara a los fariseos haberse apoderado de las "llaves de la ciencia" les está afeando la pretensión de tener una autoridad o pretendido poder que no viene de Dios y el no reconoce (Lc. 11.52; Mt 23.13). Cuando Jesús recomienda "cerrar la puerta con llave para orar en el propio aposento" (Mt.6.6), está pidiendo dominio de si mismo y cultivo de la intimidad.
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