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Concepto bíblico hondamente enraizado en la cultura de Oriente y en el dualismo cosmológico y antropológico que late en todas las religiones, tradiciones y documentos literarios. En la Biblia el concepto de lucha ética, entre el bien y el mal, late en todos los libros y en todos los personajes bíblicos. Responde al dualismo radical que se extiende en todas las mitologías y leyendas del Oriente. La "teoría de los dos caminos, el del bien y el del mal", cuyo mejor reflejo se averigua en el libro de Job y que tantas veces es recogido por los sapienciales (Prov. 2.19 y 6.23; y por los proféticos (Sal. 102.24; Sal. 1.6; Is. 59.8; Jer. 23.12), se halla también reflejada en los Evangelistas aludiendo a las enseñanzas de Jesús: Mt. 7. 13-14 y Lc. 1.79). Incluso llega a los primeros cristianos, como se ve en el capítulo I de la Didajé, el más tempranero de los escritos paleocristianos.
Es San Pablo el que más refleja esa idea militante del cristiano: el atleta como metáfora, 1 Cor. 9.25; el combate como destino: 1 Cor. 9.25; la esperanza como apoyo: 1 Tim. 4.10; la firmeza como estilo: Fil. 1.27; la recompensa del final como alegría: 2 Tim 4.7; y la corona como símbolo: 2 Tim. 2.5.
En las interpretaciones polémicas de la vida, de la sociedad y de la historia hay mucho de natural y radical en la conciencia colectiva de los hombres. Pero hay también fuerte carga religiosa que se trasmite a los planteamientos éticos del cristianismo. Por eso, en la ascética y en la antropología cristianas el concepto de lucha entre el bien y el mal constituye un eje radical e insustituible para una buena educación cristiana.
Job decía en el Antiguo Testamento: "Lucha es la vida del hombre sobre la tierra" (Job. 7.1) Y Jesús mismo advertía lealmente: "No penséis que he venido a traer la paz sino la lucha" (Lc.12.51), pues el "Reino de los cielos padece violencia y sólo quienes se la hacen lo conquistan." (Mt.11.12)
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