Lucifer.
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   Nombre que se le da al demonio, príncipe de los ángeles rebeldes, y es traducción del término griego "phosforos", el que lleva resplandor, el portador (fere) de la luz (lucis).
   Recogiendo algunos pasajes bíblicos (Is. 14.12 y Lc. 10.18) se consideró al principal o príncipe de los demonio con este nombre de "Luminoso" y la tradición le hizo identificar con el ángel bello, sabio y brillante que se dejó dominar por la soberbia y se rebeló contra Dios.
   El Apocalipsis, también en sentido metafórico, recoge la lucha entre Miguel (Fuerza de Dios) y la victoria sobre el Dragón, el "Satanás" y "Diablo" (Apoc. 12. 7-9)
   El nombre de Lucifer no aparece entre las 86 veces que se habla del demonio (daimon, espíritu), las 39 de diablo ("diabolo", enemigo, contrario) y las 36 que se le dice satanás (enemigo, adversa­rio). Sólo en San Pablo y una vez se le llama Belial (2 Cor. 6.15), aludiendo a algo a bello, aunque la referencia al Antiguo Testamento (1 Sam. 25.25; 1. Rey 12.13; 2 Sam 16.7) no parece hacer alusión a beldad sino a maldad refinada. Y 7 veces en los Sinópticos se alude a "Beelzebul", en referencia a Baal y a Zebub (Se­ñor de estiércol). La idea de belleza, de portador de luz, de soberbio será posterior. Pero será la que se imponga en la tradición ascética cristiana.