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Vicio capital, que lleva al pecado cuando se realizan consentidamente sus propuestas en actos o intenciones. Consiste en dejarse llevar de la tendencia reproductora fuera de los ámbitos de la ley divina. Por los tanto es el abuso de los instintos y la realización de actividades que quedan fuera del plan de Dios.
Entonces se buscan deleites egoístas que alejan de Dios, por cuanto orientan la persona hacia el placer sensible y no hacia el orden de la naturaleza o de la voluntad divina. Ello no es lícito, como el comer con desarreglo es malo si rompe el plan de Dios.
La lujuria supone un desorden moral, en doble dimensión: en cuanto rompe la virtud natural de la castidad y de la continencia; y en cuanto se opone a lo que Dios ha comunicado y está en la Escritura y la Iglesia enseña según esa Palabra divina. En la ascética cristiana se la considera vicio "capital", por ser fuente y cabeza de otros: egoísmo, materialismo, empobrecimiento moral, hedonismo, etc.
Las formas de lujuria pueden ser tantas cuantas desajusten el orden natural y los planes divinos: autoerotismo, fornicación, adulterio, incesto, estupro, rapto, sodomía, sacrilegio, homosexualidad, etc.
Al creyente hay que educarle para evitar el vicio, pero la formación en la virtud moderadora de la castidad debe ser más positiva que represiva, ensalzando más la belleza de la virtud que la fealdad del pecado de lujuria. (Ver Castidad y ver Sexualidad)
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