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Personas que se dedican al tráfico e intercambio de mercancías y las sitúan en el comercio (comerciantes) con miras a beneficios.
El mercadeo es una actividad humana digna y como tal se halla sometida a unas normas de justicia y de verdad.
En una sociedad estimulada por la búsqueda de beneficios existe la frecuente creencia de que en el mercadeo todo es lícito mientras sea legal, y que todo es justo mientras produzca beneficios. Pero la conciencia cristiana reclama una ética más exigente, en cuanto los beneficios legítimos no pueden ir nunca contra la dignidad, la verdad, la caridad o la honestidad propia de personas éticas.
Por eso hay que dejar bien clara ante la conciencia cristiana, la necesidad de respetar la justicia en los intercambios comerciales. No se puede engañar al prójimo ni directa ni indirectamente. Y se queda con la obligación moral de restituir lo robado si las ganancias proceden del engaño o si las mercancías son inmorales, aunque sean adquiridas voluntariamente por personas cuya libertad se halla disminuida o anulada por la ignorancia, la coacción o el vicio.
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