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Carencia de bienes hasta provocar un situación de indigencia y pobreza extrema. Siempre fue mirada como mal humano, muy diferente de la pobreza presentada como virtud. Es humano el renunciar a los bienes para ser más libre. Es inhumano carecer de lo necesario para la supervivencia. Por ello la miseria se miró siempre, como la ignorancia y la enfermedad, como una lacra que es preciso vencer. Ante ella cristianamente no cabe la indiferencia o la resignación, sino la necesidad de luchar por desterrarla y superarla
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