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Figura central en la Historia de la Salvación, fue el Legislador de Israel, el que recibió el decálogo en el Sinaí, después de haber liberado al Pueblo elegido de la esclavitud de Egipto.
Es difícil deslindar en la mítica figura de Moisés, (el salvado de la aguas, en hebreo: Mo, agua, y useh, salvar), lo que hay de leyenda y lo que pueda haber de historia. Pero al margen de ello, la figura de Moisés fue siempre la referencia central de un pueblo elegido y protegido por Dios para preparar la llegada del Mesías. Es el eje del Antiguo Testamento, como legislador por excelencia y como origen y símbolo de la esperanza y de la liberación.
Y fue el elemento de referencia y enlace con el Nuevo Testamento cuando se cumplieron las promesas divinas. Por eso es el nombre más citado en los libros del Nuevo Testamento. El mismo Jesús recordó que El mismo "no vino a destruir la ley de Moisés, sino a darla cumplimiento" (Mt. 5.17),
Las 80 veces que su nombre sale en los textos neotestamentarios, son reflejo de su importancia y guía de lo que representa en el mensaje cristiano.
Por eso fue Moisés, receptor de la Ley divina, junto a Elías, ideal del profetismo mesiánico, la figura que en el Tabor "hablaba con Jesús" cuando aconteció el signo de la transfiguración del Maestro. (Mc. 9.4)
Lo interesante de esta figura bíblica primordial es su valor mesiánico. Por eso hay que saber presentarla en todos los planes de educación religiosa en la misma clave en que se presenta en el Nuevo Testamento
- Es un profeta y mucho más que un profeta. "A mi siervo Moisés le hablo cara a cara, porque es el hombre de confianza en la casa, mientras que a los demás profetas me comunico por visiones" (Num. 12.6.8)
- Es un mensajero de Jesús que preparó la venida del Salvador. "Y debe cumplirse todo lo que está escrito acerca de mi en la Ley de Moisés y en los Profetas" (Jn. 1.45 y 5.45; Lc. 24. 44 )
- Jesús vino a completar el mensaje de Moisés, a decir "más que Moisés". Repetidamente Jesús dijo "Moisés os dijo... Yo son digo más" (Mt. 5. 21-47 y 19.7)
Si la figura de Moisés aparece así en el Evangelio, no debe ser entendida como contradictoria. No se debe presentar el Antiguo Testamento, la Ley, como contraria, al Espíritu, sino como preparación y camino hacia él. Por eso es tan importante la asimilación del Antiguo Testamento.
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