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Nombre de una divinidad presente en diversas ciudades cananeas, pero en la Biblia aparece atribuida como dios principal de los amonitas (2 Sam. 12.30; 1 Rey. 11. 5 y 33; Sof. 1.5 y Jer, 49. 1-3) En el tiempo de los Reyes fue un peligro para los israelitas, que se sentían atraídos por lo espectacular de ese culto. El dios reclamaba, o le hacían reclamar, también sacrificios humanos, sobre todo de niños, ofrecidos al ídolo por el fuego (2 Rey. 16.3 y 17.17; 2 Cron. 33.6; Ez. 16.21), lo cual era espectacular para sus adoradores.
En muchos ambientes la figura de este dios se identificaba con la de Baal y estuvo tan extendido su culto que son numerosas las toponimias que se constituyeron con su nombre en todo el Oriente Medio.
No podía por menos de ser repudiado por los profetas por lo antinatural y abusivo de esas prácticas homicidas y por lo opuestas que se manifestaban en relación al culto yawehista. Es lel Profeta Elías el que más representa la lucha contra el culto a esta divinidad.
Se discute si se trató del mismo ser divino el venerado por los diversos pueblos: semitas, cananeos, fenicios, asirios, babilónicos, amonitas, o si eran diferentes divinidades, aunque amparadas en el mismo nombre, cuya raíz "mlk" significa o alude al concepto de señor.
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