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Proceso por el cual el cuerpo se prepara para evitar su corrupción. Han existido muchas formas de realizar esa conservación desde la manipulación con ácidos anticorrosivos hasta la disecación. La Iglesia no ve con simpatía esas manipulaciones por considerar los cuerpos de los difuntos como dignos de todo respeto ni las aconseja a no ser que un motivo adecuado lo avale.
Pero en ocasiones ha controlado algunos cuerpos de personas venerables en santidad para mantener más tiempo sus reliquias expuestas a la veneración de los fieles. Ni que decir tiene que esos procesos en nada son milagrosos y se debe educar a los fieles para que no se dejen llevar por supersticiones y falsas veneraciones, cuando se habla de que el cuerpo de determinado santo permanece incorrupto.
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