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Se entiende por naturalismo el predominio o exclusividad de los principios basados en la naturaleza humana y el olvido de todo criterio o doctrina que promueva lo sobrenatural.
El naturalismo es concepto difuso y extensivo que va desde el sentimentalismo de Rousseau y Pestalozzi y el criticismo de Kant y de Herbart hasta el idealismo naturalista de Schelling o el naturalismo idealista de Schiller.
El naturalismo se prolonga durante todo el siglo XIX y se abre en abanico en el siglo XX, pues muchos de los vitalismos al estilo de Enrique Bergson, de los existencialismos como el de Gabriel Marcel, de los historicismos como el de Ortega y Gasset, de los misticismo como el de Teilhard de Chardin, incluso de los personalismos como el de Manuel Mounier o de Martín Buber, no son otra cosa que reclamos a lo natural como referencia para explicar la vida del hombre.
En educación el naturalismo ha ido en ocasiones muy lejos como en los planteamientos de A.S. Neil en Summerhill.
Pero en ocasiones se ha quedado en posturas benévolas que oscilaron desde el naturalismo de María Montesori y las hermanas Rosa y Carolina Agazzi hasta las formas más sistemáticas y criticas de Lorenzo Milani.
Es frecuente entender el naturalismo como una negación de lo sobrenatural y en este sentido deber ser rechazado como mutilación de la integridad humana. Pero también se puede definir como una mayor confianza en la naturaleza, que en definitiva es lo que sale a flote después de cada crisis ideológica, personal o colectiva; y es lo que sobrevive detrás de cada atentado moral y se advierte en criterios, principios o valores que aluden a Dios, como autor de la naturaleza y presente entre los hombres de forma amorosa y providente. (Ver Hombre. 1.4 y ver Sexualidad 5.5.1)
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