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Personajes femeninos de la mitología griega, considerados como hijas de Zeus, dios al que se atribuye muchas aficiones eróticas hacia mujeres humanas. Pasaron luego a los romanos, que las hacía habitar en los bosques. Eran divinidades secundarias, como los lares y los penates, pero que se relacionaban con cierto culto a la naturaleza y a los impulsos eróticos del hombre. Por eso se las representaba como doncellas jóvenes y hermosas, propensas al juego, a la música y a la danza, y portadoras de ardorosas insinuaciones a los placeres corporales.
Era una forma de hacerlas emblema de la fecundidad de la naturaleza y de la abundancia de la vida en los lugares naturales.
Las ninfas se diferenciaban según las zonas en que habitaban; las oceánides eran ninfas hijas del dios Océano y eran objeto de devoción de los marineros; las nereidas, o hijas del dios del mar Nereo, habitaban solo en el Mediterráneo; las potamoides, vivía en los ríos (potamos); las náyades, eran ninfas de las fuentes y de las corrientes de agua fresca; las oréades, eran ninfas de las montañas y las grutas; y las dríades, ninfas de los bosques.
Dieron origen a muchas supersticiones y a justificar por su influencia muchos devaneos y escarceos amorosos realizados en todos estos lugares.
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