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Tendencia naturalista, con mucho de exhibicionismo genital, que promueve el desnudo como estado normal en lugares públicos: playas, baños, hogares, tiendas. Presupone la negación del pudor como una tendencia natural del hombre y de la mujer a ocultar las partes más sexuales del cuerpo o los actos más fisiológicos del organismo. El nudismo plantea aspectos morales, por cuanto el hombre, a diferencia del animal, cuenta con una inteligencia que le hace valorar hechos y tendencias a la luz de las opciones libres.
La contemplación de los órganos genitales en los animales sólo excita sexualmente a la copulación cuando el individuo de la especie se halla en estado de celo. Pero el ser humano, por ser más que un animal con instinto reproductor, cuenta con otras dimensiones ética, estéticas y espirituales, además de tener unas dimensiones sociales, una capacidad de selección social y de almacenaje de tradiciones y usos que no tiene el animal.
El reducir la práctica nudista en el hombre o en la mujer a nivel animal irracional, es decir reclamar libertad para los comportamientos humanos por compararlos con los meros animales, es ignorar, o negar maliciosa o patológicamente, la singular realidad humana: su dignidad, su intimidad, su racionalidad irreductibles a lo animal.
Por eso no está descarriado el sospechar que detrás, o debajo, de los movimientos y prácticas desnudistas sólo hay exhibicionismo erótico, disimulado por razones naturalistas. En otras palabras, conviene reconocer lo que hay de simple y pura práctica sexual y estimulación genital en la promiscuidad nudista; y de homosexualidad o pederastia, si se juega con el desnudo en grupos del propio sexo.
El educador debe atender a formar los criterios en este sentido a la luz de lo que demanda la delicadeza y la dignidad humana. Pero debe cuidar también otras formas de nudismo mitigado, como el no valorar la delicadeza que el cuerpo reclama y olvidar el pudor, el decoro, la decencia y la finura incluso estética en otras situaciones en que el cuerpo debe ser manifestado: baños, playas, cambios de atuendo en los deportes, vestidos en tiempos o lugares de calor, esculturas decorativas en lugares públicos o privados, etc. Entre la mojigatería de tiempos maniqueos antiguos y la desfachatez antiestética de determinados ambientes recientes existe un abanico grande de "exposiciones" del propio cuerpo o de partes de él. Sólo el sentido común puede discernir entre tiempos y culturas, entre edades y tradiciones, entre estaciones y ambientes.
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