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Tendencia mitificadora que trata de descubrir y transmitir los conocimientos en círculos reservados de adeptos. El ocultismo se relaciona con las prácticas rayanas en el espiritismo o el diabolismo. Se basaba en tiempos antiguos en la astrología, alquimia, adivinación y magia. Al revivirse en los tiempos actuales, se pretende mezclar con los cultos demoníacos y aprovechar los recursos de la electrónica e informática.
El motor de esta tendencia se halla en el morboso atractivo que parecen despertar algunos conocimientos o prácticas selectivas, no exentas de componentes económicos, sexuales y eróticos y, con frecuencia, pseudorreligiosos.
Se juega con la ingenuidad de muchos espíritus débiles o enfermizos y, so pretextos científicos, (estrellas, planetas, gemas, signos animales, exploraciones cósmicas, etc.) se logran relaciones de dominio interesado: aportaciones, compras, colaboraciones, entregas, etc. El ocultismo se ha dado en las civilizaciones antiguas como medio de dominio de las masas o de los poderes militares y económicos poseídos por espíritus ignorantes. Sacerdotes, hechiceros, adivinos, gurús, magos de todo tipo lo han alimentado para mantener su predominio y explotación de los fieles.
En los primeros tiempos cristianos se multiplicaron las corrientes gnósticas y maniqueas. En la Edad Media se incrementó el afán de la magia, en ambientes judíos como el de la Cábala, o incluso entre científicos como Rogerio Bacon o Paracelso, que creyeron en fuerzas extraterrestres además de las terrenas por ellos estudiadas. Desde el Renacimiento se divulgaron los cultivadores de las energías parapsicológicas y el ocultismo llegó a su cumbre en los tiempos del Romanticismo. El médico austriaco del siglo XVIII Franz Anton Mesmer, iniciador de las técnicas clínicas basadas en el hipnotismo, ya avisaba del comienzo de una nueva época que intentaría dominar el Universo con el poder de la mente.
En el siglo XIX las formas del espiritismo ocultista promocionaron grupos como la “Sociedad Teosófica” (1875) y la “Orden Hermética” del Golden Dawn (1889), con participación de artistas, poetas e intelectuales en sus filas.
En los tiempos actuales se renovó la brujería como sucedáneo religioso en espíritus incrédulos y las supercherías se mantuvieron en clima de secretismo o ocultismo para seguir manipulando a legiones de incautos.
Educar a las personas, sobre todo jóvenes, para desenmascarar explotaciones sectarias y manipuladoras es un deber de los educadores, dada la frecuencia de actividades en grupos marginales y los riesgos de infección ética e ideológica que todavía hoy mantienen.
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