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Grupo de niños o adolescentes que satisface las nacientes necesidades de relación social y varía en su constitución y en su consistencia según las circunstancias y los niveles madurativos. La edad de oro de la pandilla se mueve entre los 8 y los 12 años. Antes el niños es más individual que social en sus apetencias. Luego se configura preferentemente el grupo de amigos, en donde lo afectivo cohesiona más que lo social.
Sin embargo, desde los 7 años, el niño experimenta naturalmente el gusto por la compañía homogénea y se relaciona de manera abierta con los de su misma edad. Esa propensión se prolonga por unos años, aunque las variaciones pueden ser numerosas.
Espontáneamente en cada pandilla o grupo hay un líder natural, cuyas dotes directivas no se basan ni en la fuerza ni en la inteligencia, sino en la empatía aglutinadora. Hay miembros en el grupo más afectos y los hay discrepantes, pero se mantienen siempre vinculados en función de las acciones que realizan y de los entretenimientos que desarrollan.
El niño es más propenso a la acción y a la permanencia en la pandilla que la niña, cuyos vínculos tienden prematuramente a ser más personales que grupales y sus gustos sociales se satisfacen de otra forma.
La pandilla es una fuerza educativa interesante y aprovechable, también en la formación religiosa. Puede resultar muy positiva en la formación espiritual: oración, solidaridad, abnegación, colaboración en buenas obras, etc.
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